El miedo es lo que nos
mueve a todos: miedo a perder el trabajo, miedo a perder la salud…pero,
realmente todos se reducen a uno; miedo a lo desconocido. La historia se
encuentra jalonada de tristes ejemplos en los que pueblos enteros se han visto
falsamente arrastrados a matanzas por sus reyes, emperadores, presidentes y,
desgraciadamente por muchos dictadores, en el nombre de un dios, de unos puestos
de trabajo perdidos o de una tierra prometida. La cuestión, es que llevo tres
días recibiendo un bombardeo constante de noticias, en las cuales lees todo
tipo de aberraciones que hasta ahora estaban encadenadas en lo más recóndito de
nuestro ser por las cadenas de lo políticamente correcto. Con cada una de estas
manifestaciones todo morimos un poco, y nos desunimos mucho más: a toda crisis
le precede una fragmentación social. De manera, que podremos salir a la calle y
gritar eso de: ¨ ¡Todos somos Barcelona, París, Londres… Saná (Yemen), Bagdad! ¨ Pero, cuanto mayor sea la fractura entre todos
los que habitamos éste y, otros países más fácile será el trabajo de aquellos
que utilizan el miedo como arma para alcanzar su único beneficio.
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