El
destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos, decía
Shakespeare. Y como en la gravedad, los efectos de nuestros
actos viajan a través del tiempo y el espacio al igual que las olas del mar nos
hablan del tamaño y naturaleza de tempestades ya sucedidas en otros lugares. Podemos
esperar sin hacer nada; la gravedad nos encontrará siempre: no conseguiremos
huir de lo que hemos sido ni de lo que somos, aunque intentemos deformar el
espacio tiempo para escapar de sus efectos a una realidad paralela que nada
tiene que ver con la nuestra.
Hoy,
estamos de enhorabuena, se abre una nueva era en la que podremos escuchar los
orígenes del tiempo, al igual que un invidente escucha las olas que no puede
ver. Hoy, se abre un tiempo para que todos; incluidos nuestros políticos
demuestren de lo que somos capaces, dejando a un lado las disculpas de los mercados,
de los presidentes germanos, de la corrupción…Las ondas gravitacionales algún
día serán escuchadas por nuestros hijos y nietos y hablarán de lo que hicimos,
pero sobretodo, de lo que no hicimos en este mundo tan cambiante.
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