Ya nunca podré hacerme esa pregunta, ya nunca sabré qué
habría sido, ya nunca sentiré todo aquello que me ha sido robado sin tan
siquiera haber tenido la oportunidad de defender mis sueños, mi futuro; mi
propia vida. Ahora únicamente el recuerdo de todo lo que pudo haber sido y no
fue es lo que soporta mi enquistado dolor, corroyéndome en la desesperanza de
un futuro tan cierto como el pasado ya vivido. Ahora seguiré soñando con que mi
vida pudo haber sido otra si mi madre hubiese soportado la lucha unos años más.
Ahora…¿Qué es lo que me queda? La soledad y la desesperación. La enfermedad me
ha robado su amor, y la vida que todos construimos me privará de aquello por lo
que tanto habíamos luchado en el olvido de un padre que nunca lo quiso ser: el
sueño de una titulación universitaria, de un máster. Tan sólo la ira de la
injusticia hará que me levante en recuerdo de los esfuerzos y desvelos de la
que me dio la vida, de la que me dio todo aun cuando el cáncer le iba robando
la vista, las palabras, la fortaleza.
http://www.farodevigo.es/cartas/2016/10/01/minuto/1543044.html
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