Los anales de la historia de la humanidad nos
recuerdan guerras, imperios, revoluciones, que de una u otra forma han cambiado
el mundo como se conocía hasta ese momento. Las más recientes han sido: La
Revolución Industrial, La Revolución Rusa, La Primera Guerra Mundial, La
Revolución China, La Segunda Guerra Mundial, la revolución audiovisual, la
nueva era digital. Cada uno de estos hitos sociales ha sido sucedido por otro
que ha producido cambios más inmediatos, más globales. Este es un patrón que se
ha cumplido merced a un mundo más globalizado e interconectado, donde las
noticias y las tendencias comenzaron a transmitirse con un telégrafo, después
una radio, la televisión y, ahora a través la todo poderosa Internet. Como casi
siempre, para cada regla existe una excepción: una, que puede que divida a
nuestro planeta en dos, al margen de posibles valoraciones de índole económico,
y en este caso vendrá de la mano de las personas que han sufrido los efectos de
todas las revoluciones y, que también se han visto relegadas a una participación
anecdótica en ellas: las mujeres están protagonizando el que será el cambio más
grande de la historia de la humanidad, ya que representa más de la mitad de su
población, ya que cada vez son más en las universidades y sus calificaciones
son mejores. Podría parecer una entelequia esta observación pero, me temo que
si la tercera economía del mundo, Alemania, se encuentra dirigida por una
mujer, y la primera economía del mundo, a siete billones de dólares de
diferencia con la segunda, la china, puede que esté gobernada en breve por otra
mujer, esto; sin duda alguna es el principio de un nuevo orden mundial que incumplirá la tendencia del S.XX
en sus cambios cada vez más virulentos. Este será un cambio lento, como
ya hemos podido constatar con la Canciller Angela Merkel: una mujer que ha
salido de una entorno dominado férreamente por los hombres, y que debido a ello
no ha aportado una diferencia sustancial en las formas de gobierno, incluso se
podría decir que ha sido más intransigente que sus congéneres del sexo
contrario en el mismo cargo. Igualmente, el patrón de la Sra.Clinton no aporta
gran cosa a simple vista, si no es por contraposición a su contrincante, ante
el cual, cualquier individuo resaltaría como ejemplo de tolerancia y diálogo.
En cualquier caso, nos encontramos ante el principio de una nueva era, en la
que me gustaría pensar que el talante más dialogante de las mujeres se impondrá
en un mundo crispado por los muros de alambre de la intransigencia.
http://www.farodevigo.es/cartas/2016/10/23/comienzo-nuevo-orden-mundial/1556305.html
http://www.farodevigo.es/cartas/2016/10/23/comienzo-nuevo-orden-mundial/1556305.html
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