http://www.farodevigo.es/cartas/2017/04/21/guerra-definitiva/1664179.html
La última batalla que cualquier individuo debiera
librar sería aquella que erradicases definitivamente la estupidez humana. Pero,
por desgracia aún no nos hemos dado cuenta de que ningún depredador ha sido
diseñado para ser feliz. Si alguna de esas casas de apuestas que proliferan
como los champiñones cubriese la predicción de que nos extinguiremos antes de
que aprendamos a convivir en un mundo relativamente justo en el que unos pocos
no enardezcan a unos muchos contra otros muchos en base a intereses meramente
personales, me haría multimillonario. A pesar de todo ello ya no tengo miedo a
un holocausto nuclear, quizás porque durante mi infancia me he imaginado tantas
veces ese escenario que ya ha formado parte de vida como el calor del verano o
el antaño frío del invierno: la eterna amenaza nuclear en la que somos meros
peones de una cuestión de glándulas seminales, como es el caso en Corea del
Norte. Aún así parece ser que es algo que el pueblo americano necesita
imperiosamente como elixir mágico frente a sus problemas: ganar. Ganar siempre;
en cualquier ámbito, ya sea deportivo, financiero, tecnológico o militar. La
cuestión es que en las guerras todos pierden. Es una lección dolorosa que no
interiorizaron en Vietnam, Afganistán o Irak... Sin embargo, la última guerra
que han librado en su propio país ha sido la de Secesión (1861-65). Sufrieron
el ataque de Pearl Habor, a 4000km de Los Ángeles, y aún no lo han superado hoy en día.Una intentona desesperada del ejército nazi en la
costa este de Estados Unidos con tres de los famosos submarinos U-boot. Esto
quiere decir que desconocen lo que es ver como tus casas, tu trabajo, todo lo
que quieres y necesitas desaparece bajo el ejército invasor. Por eso es tan
fácil ver la guerra en la comodidad del sofá de casa mientras la sangre
derramada en países lejanos engrasa los engranajes de las tan lucrativas
empresas armamentísticas.
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