¨Una guerra es justa
cuando es necesaria¨, decía Maquiavelo. Y no hay nada mejor para los dirigentes
mesiánicos que encontrar un enemigo que rinda a su propio pueblo antes sus pies
por la necesidad de una guerra. Qué mejor forma de hacer olvidar tramas
palaciegas que hayan derivado en una turbia elección presidencial, o justificar
las hambrunas y la falta de derechos, porque las circunstancias así lo
requieren, porque los dioses te han otorgado la misión de convertirte en el
bastión de un mundo que nunca ha existido más que en la mente enferma de una
saga de dictadores.
Ahora las amenazas de toscos misiles supuestamente
nucleares que no terminaban de inclinar la balanza de la opinión mundial a
favor de Donal Trump, irónicamente como defensor de la libertad, se han convertido
en amenazas informáticas con origen en Corea del Norte. Si realmente es así,
como tantas y tantas mentiras salidas del hiperactivo twitter del bueno de
Donal, un diminuto país ha demostrado que puede poner en jaque a todo un
planeta sin la necesidad de disparar una sola arma. Obviamente esto no
interesará al todo poderosa industria armamentística, que con el coste de un
solo portaviones se podría proteger a todas las empresas e instituciones susceptibles
de un mediano un país del ataque de un hacker. También ha demostrado que el
ingenio humano es infinito para lo malo, pero en este caso, paro lo bueno, como
lo ha demostrado el joven informático inglés, Marcus Hutchins que ha confinado
al virus WannaCry.
¨El supremo
arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar¨.
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