ESTAMOS EN GUERRA
Hablar
de número de muertos intentando cuantificar un genocidio es absurdo; intentar
encontrar la génesis de un genocidio es estéril; intentar aplastar un dogma de
fe es demencial. De lo que sí tenemos absoluta certeza es de que estos atentados
no han sido los primeros ni serán los últimos, y de que el número 50 del
boulevard Voltaire quedará grabado para siempre en nuestra memoria como símbolo
inequívoco de la intolerancia, en el lugar que lleva por nombre el de uno de los
padres de la ilustración: esa, que promulgaba un sentimiento universal de la
justicia derivado de un ¨pacto social¨ para preservar el interés de cada
individuo. Y aquí, justamente en este ¨pacto¨ es donde reside el problema: no
se puede llegar a acuerdos con aquellos que no lo desean, porque sus intereses
nada tienen que ver con la consecución de un mundo más igualitario. El único
camino para intentar atajar esta barbarie no será una escalada violenta, a la que a cada
atentado le prosigue un bombardeo, y a cada terrorista suicida se le responde
con un certero misil impactando en un vehículo. El mensaje continuará siendo el
mismo: os escondáis donde os escondáis os encontraremos; y la réplica, también
será la misma: sois demasiado grandes para que no os podamos golpear donde
queramos y cuando queramos.
En
honor a todos los que injustamente han muerto y morirán, ignorantes del motivo
o aleccionados en un falso motivo, debemos hacer un esfuerzo de ¨pacto social¨
en el que no haya resquicio alguno para facilitar argumentos para alistar a
padres, madres, vecinos, niños… a la nueva guerra del siglo XXI.
No hay comentarios:
Publicar un comentario