LEGÍTIMA VENGANZA
Tras
los monstruosos e injustificables actos terroristas acaecidos recientemente,
hemos podido escuchar de todo y de todos, pero sin duda, lo más impactante fue
la palabra venganza en boca de Vladimir Putin, presidente de la Federación
Rusa. Nunca la violencia pude ser legitimada en base a una venganza, y menos,
cuando el sonido de los Kalashnikov suele ser el estigma de los que han tenido
la desgracia de presenciar tales barbaries. No obstante, y al margen de quién
fabrica y vende el armamento con el que
se pretende someter la voluntad de países tendríamos que reflexionar acerca de
cómo fluye ese dinero necesario para financiar ejércitos, terroristas, campañas
de marketing diseñadas milimétricamente en las redes sociales. El petróleo que
engrasa los engranajes ensangrentados de esta macabra maquinaria necesita ser
canalizado a través de entidades financieras internacionales, después de haber
pasado por infinidad de sociedades pantalla hasta convertirse en un dinero sin
resto alguno del dolor provocado. Y muy seguramente, en paraísos fiscales de
las mismas naciones que ahora alzan sus voces en contra de estos genocidios.
Es
obvio que ese capital es tan necesario para algunos como los beneficios de cada
misil vendido y disparado.
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