¿Cuánto cuesta la vida de una persona?, de una inocente.
Hace unos días ha sido una anciana, mañana será un niño o una familia, que
obligados a emplear velas, estufas de leña, morirán porque su vida costaba
menos que el recibo de la luz de unos meses. Después tendremos que escuchar la
ignominiosa ristra de inculpaciones reciprocas entre compañías eléctricas y
esos servicios sociales de los ayuntamientos que normalmente sólo dan amparo a
funcionarios que le han cogido cariño a una silla y, que salvo honrosas
excepciones constatan insitu la precariedad de muchas familias.
POBREZA: ESCASEZ O
CARENCIA DE LO NECESARIO PARA VIVIR.
Es irónico clasificar la pobreza: pobreza energética,
pobreza alimentaria, pobreza cultural... Seguramente esté equivocado y ¨pobreza
energética¨ sea el nombre comercial de una nueva bebida reconstituyente, pero
quien tiene la desgracia de sufrirla sólo siente la desesperación de la
carencia de lo necesario para vivir. Debo suponer que en esa cruel necesidad de
etiquetar todo, alguien que no tiene luz para calentar la comida es menos pobre
que alguien que no tiene ni siquiera la comida. No alcanzo a imaginarme forma
más inhumana de morir que abrasado o intoxicado por el fuego de unas velas, de
una estufa de leña en la soledad de una sociedad que te da la espalda como si
no existieses.
Por
un segundo nos debiéramos poner en la piel de unos padres de familia que se
culpan por no poder pagar la luz necesaria para que sus hijos duerman
calientes, para que puedan estudiar, para que no mueran con el humo de una
estufa cada invierno.
¨Robar a un hombre
pobre es delito más grave que robar a uno rico, pues el pobre notará más el
daño¨. Thomas Hobbes.
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