Hoy me he asomado a la
ventana cuando la única compañía de las calles era el silencio de la noche, en
mi cabeza no dejaba de dar vueltas la idea de que nos encontramos ante el
comienzo de una época que marcará un antes y un después en la humanidad. Por un
lado estaba contento porque, contra pronóstico, el pueblo había vencido en unas
elecciones a la maquinaria política: por otro, la desazón de que esa misma
gente había sido demasiado ingenua me embargaba en el convencimiento de que sus
derechos también se verían afectados por ese tan ansiado muro de protección.
Lamentablemente, mis máximas preocupaciones se centran en todos aquellos
americanos de raza negra que dejarán de ser visibles cuando un policía ejerza
un abuso de autoridad o, de los sirios que poco a poco dejarán de aparecer en
las portadas de los periódicos y telediarios, por la única conveniencia de un
acuerdo ruso-americano para la perpetuación en el poder de un genocida.
Hoy me he asomado a la
ventana cuando la única compañía de las calles era el silencio de la noche, y
la luz del primer balcón alumbrado por la Navidad me hizo albergar la esperanza
en una sociedad en la que ¨ el hombre no
sea un lobo para el hombre¨.
Hoy he decidido comprar unas postales
para felicitar las navidades a todos aquellos que quiero pero, especialmente a
los que no, para intentar transmitir que un mundo nuevo puede ser posible si lo
intentamos, si creemos en la humanidad del hombre, si nos esforzamos por ser
mejores evitando el camino de las disculpas y la inculpación a otros de lo que
únicamente ha sido responsabilidad nuestra por simple dejación o comodidad.
Siempre
tendremos un motivo para el fracaso, el caso es encontrar un motivo para superarlo.
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