http://www.farodevigo.es/cartas/2016/12/09/lucha-gigantes-chapecoense/1584960.html
¨
Lucha de gigantes, convierte el aire en gas natural. Me da miedo la enormidad
donde nadie puede oír mi voz¨.
Muchas
veces me he preguntado qué es lo que hace que un simple mortal se convierta en
un héroe, en un modelo a seguir por llevar un balón pegado al pie, por meter
una canasta desde siete metros cuando sólo queda una segundo, por ganar un
mundial dando más de setenta vueltas con márgenes de centésimas, por… hacer
realidad los sueños de todos aquellos que han renunciado a los suyos
encadenados a la realidad de sus vidas. De tanto en tanto estos héroes transcienden
al simple virtuosismo físico para regalarnos personajes que han movilizado masas con
su activismo, con una coherencia que les terminó conduciendo al ostracismo. En
el caso del modesto club de fútbol Chapecoense, se dará la circunstancia de que
la sombra de su recuerdo será, desgraciadamente, más grande que la hazaña que
estaban protagonizando: no es muy frecuente que una ciudad como Chapecó, de escasamente
dos cientos mil habitantes, en el estado brasileño de Santa Catalina, albergue
a un equipo que consigue arrastrar al olvido del día a día a todos sus
seguidores en la ilusión de una competición continental. La cuestión, es saber
si el igual de infrecuente que un avión no disponga de los treinta minutos de
combustible para un plan alternativo en un vuelo de más de mil quinientas millas.
Deseo pensar que todo ha sido una fatalidad que no se repite con frecuencia,
deseo pensar que el mundo en que vivimos es cada vez más humano y más libre de
los condicionamientos de lo material y, sobre todo, desearía no haber escuchado
nunca esta noticia. Porque no es fruto de una cuestión inusual en la que los
que más tienen más quieren y los que menos tienen menos pueden desear, dando
margen a que ocurran tragedias como estas. Irónicamente, los deportes forman
parte de ese engaño que utilizan los ¨magos¨ para atraer la atención en otra
dirección para que, incomprensiblemente, las clases más desfavorecidas voten a
dirigentes cuya fortuna es mayor que la que ellos podrán ganar en mil vidas.
Aunque esta situación no es nada nueva; el historiador griego Jenofonte ya lo
había bautizado como Plutarquía cuatrocientos años antes de Cristo.
¨Vaya
pesadilla, corriendo con un monstruo detrás. Dime que es mentira, un sueño
tonto y no más. Me da miedo la enormidad donde nadie puede oír mi voz¨.
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