A estas alturas no merece la pena perder el tiempo en convencer a
aquellos que ya conocen las razones pero atienden a otras más ¨importantes¨ e
inmediatas. A estas alturas cualquiera que esté capacitado para votar debiera
estar igualmente capacitado para reconocer la evidencia de una modificación en
nuestro medio ambiente. Lo califico sarcásticamente así para evitar entrar en
disquisiciones estériles al respecto. Ya que quien solo pretende el beneficio
personal a corto plazo, como haría el cerebro de cualquier primate ajeno a
abstracciones más complejas, alegará que se trata de un nuevo ciclo que nada
tiene que ver con los 1200 millones de coches (entre otros muchos factores) que
todos utilizamos priorizando nuestro presente antes que el futuro de nuestros hijos.
La realidad es que la termodinámica no nos engaña con su irremisible aumento de
entropía, o lo que es lo mismo; cojamos un recipiente casi cerrado en el
que el setenta porciento es agua, y añadámosle humo. No hace falta que describa
lo que ocurrirá. La solución es fácil: apaguemos el Sol y continuemos con un
estilo de vida insostenible. La cuestión es que nuestro traicionero primitivo
cerebro solo conjuga el presente hasta que es demasiado tarde. Pero…Volvamos a
ese recipiente ahora que ya se ha calentado y que el humo se encuentra en el aire
y en el agua de su interior ¿Qué ocurrirá cuando dejemos de añadirle humo?
¿Recuperará su estado inicial como quien enciende y apaga un interruptor? Pues
va a ser que no; que la inercia generada será irreversible a corto plazo y
continuará calentándose, haciendo que los hielos del Polo Norte se derritan
enfriando las aguas para provocar que el frío viento del noreste asole Europa
con nevadas e inundaciones al condensar el vapor de un Mediterráneo caliente, y
transformando los pantanos gallegos en lugares turísticos donde recordar
dolorosas ruinas de un pasado nunca olvidado.
Un clico, dos ciclos…Podría ser la canción, sin embargo el hombre demostró
cuando fue capaz de secar el Mar de Aral para regar los campos de algodón en
Kazajistán, que por primera vez en la historia de la humanidad éramos capaces
de caminar sobre las aguas como los dioses afectando al clima a nivel
global.
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