¿Lo que te hace sentirte diferente es lo mismo que
lo que te hacer ser diferente? Si es así, eres una persona muy afortunada
porque, por desgracia, la mayoría de nosotros no somos vistos por nuestros
congéneres de la misma forma que nosotros nos vemos, o incluso como nos
gustaría ser vistos. Es decir: todos somos igual de singulares, igual de
parecidos. Pero eso, es algo que no estamos dispuestos a admitir por culpa de
una educación, de unos convencionalismos sociales y, especialmente, por un
cerebro ancestral de depredador que tiende a clasificar en milésimas de segundo
a todos los individuos que le rodean: prepotente, te susurrarán a
gritos tus neuronas cuando veas a alguien engominado con corbata, aún
cuando ni seas consciente del color de su pelo; gay, por un micro gesto con la
mano; peligroso, por ser negro; posesión, le dirán a algunos hombre sus
sinapsis neuronales al ver a una mujer... Y así un sinfín de clasificaciones
que tranquilizan nuestras inseguridades. Lo malo es que esa primera impresión
está condicionada desde que nacemos, y nos resulta más cómodo no analizarla
utilizando la razón viviendo dentro de una clasificación hecha por otros y que
pocas veces coincidirá con la que nos gustaría vivir. Entonces, si esto es así,
¿por qué no ser un poco más valientes, un mucho más tolerantes y
atrevidos? Podríamos empezar por cosas simples como ponernos esa ropa que
tanto nos gusta pero que no nos atrevemos a usar por el qué dirán, podríamos
intentar leer algo sobre otras religiones, leer un relato de alguien maltratado
por ser diferente, por no querer utilizar la violencia como único
argumento, podríamos derribar los muros que construimos alrededor de los
discapacitados. Podríamos...poner las luces de Navidad un 29 de Abril, y
que no nos diese vergüenza lo que opinasen desde la calle, porque
habríamos intentado ser diferentemente iguales.
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