martes, 18 de octubre de 2016

EL DÍA QUE STANISLAV PETROV SALVÓ EL MUNDO ( ANDALUCIA PRESS)



            Ahora que vagamente somos conscientes de nuestra dimensión real en el Universo, a pesar de la soberbia que nos hace sentirnos el centro del mismo, una tormenta nos vuelve a mostrar que en la compleja maquinaria del Cosmos somos la pieza más frágil y la más prescindible. A diferencia de otros fenómenos climatológicos, este, se encuadraría entre los que se circunscriben al clima espacial. Sí, suena, raro pero, si ya tuviésemos poco con controlar los efectos que estamos produciendo al calentar más y más la olla en la que vivimos, acumulando más y más energía, que termina por desatarse en tornados, huracanes, lluvias torrenciales cada vez más devastadoras: ahora, debemos preocuparnos de los caprichosos ciclos solares, que con sus erupciones emiten una nube de partículas y radiación altamente energética amortiguada en parte por nuestro campo magnético. ¿Por qué ha llegado a ser tan crítico como para que la página web de la Casa Blanca mencione la necesidad de un protocolo de seguridad al respecto? La respuesta es relativamente simple: este fenómeno climatológico espacial induce picos de tensión en la red eléctrica, llegando a poder ¨freir¨ gran parte de los dispositivos conectados a ella y, en especial, a los transformadores de las centrales eléctricas. La teoría es que una tormenta como el evento Carrington de 1898 nos podría devolver temporalmente al comienzo de la era industrial. Apocalíptico o no, querría recordar a uno de mis héroes anónimos Stanislav Petrov. El Teniente coronel del ejército ruso que,en 1983, unas semanas después de que los rusos hubieran derribado un avión de pasajeros sur coreano, detectó desde el búnker Sepurjov-15 lo que parecía el lanzamiento de un misil nuclear desde Malmstrom (Montana). Para Stanislav aquello no tenía lógica, ya que, de comenzar un ataque, los Estados Unidos no lo harían con un solo misil. Al cabo de un rato, los ordenadores le mostraron cuatro más en vuelo. A pesar de sus dudas continuó considerando que cinco misiles frente a los miles de los que disponían los americanos eran pocos. Por suerte, unos minutos más tarde pudo comprobar que se trataba de un error producido por la conjunción astronómica entre el Sol y la Tierra.
          La historia de Stanislav nos debiera tranquilizar un poco, porque parece bastante más probable que acabemos los unos con los otros a que lo haga el Sol.


                                                     Stanislav Petrov


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