miércoles, 28 de diciembre de 2016

TAXÓN LÁZARO ( EL FARO DE VIGO)

http://www.farodevigo.es/cartas/2016/12/30/taxon-lazaro/1596644.html
         Me lo había imaginado de mil formas diferentes pero, nunca así:

a las diez de la mañana del día de Noche Buena realizando las compras de última hora en la sempiterna superficie comercial. Al fin y al cabo si el Señor había decidido acabar con nuestra existencia antes de que nosotros mismos nos extinguiésemos por estupidez, cabía pensar que no se perdería su fiesta de cumpleaños. A pesar de todo, las señales no daban margen a la duda, cuando un chico desesperado les rogaba a las vendedoras que le dejasen llamar por teléfono porque no podía contactar con su novia. Hasta ahí, no comencé a preocuparme, pero…cuando dijo que no podía enviar whatsapps todos nos miramos con cara de terror, e instintivamente comprobamos si estábamos aislados irremediablemente de todas las personas, incluidas las que teníamos a medio metro. Al terminar mis compras, convencido de que nadie llegaría a disfrutar de esos regalos, intenté pedir un taxi de forma infructuosa. Entonces, al estilo, Manhattan película de Navidad, alcé un brazo soportando en el otro la muestra de una sociedad injusta, e intenté dejar claro que yo estaba antes que los tres chavales que acababan de llegar con más cajas que yo. Una vez ganada la batalla, el taxista malhumorado me explica que no podían recibir nada de la plataforma que les gestiona a los pasajeros, y que en uno de los mejores días del año sólo podía llevar a la gente que le paraba en la calle. Esto ya era más que una casualidad: El Creador nos estaba haciendo pagar por los excesos de nuestra forma de vida. Aterrorizado por el carácter efímero de nuestra existencia corrí hacia casa para despedirme de mis hijas y mi mujer. Sin embargo, mi carrera se vio interrumpida por el llanto de una vecina en el portal,que decía que estaban operando de dos válvulas cardíacas a su madre y nadie de la familia podía contactar con su hermano en el hospital.

            Las inconfundibles señales del Fin del Mundo no dejaban de llegar. Nuestro tiempo se había terminado; un tiempo absurdo, en el que cuando una red de telefonía móvil se caía durante veinte cuatro horas no éramos capaces de realizar la mayoría de nuestros que haceres diarios.

 Lo peor, es que los hechos reales comentados fueron provocados por una caída de red de telefonía móvil de veinticuatro horas en un mundo cada vez más virtual.

echos comentados fueron muy reales en un mundo cada vez más virtual.

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