martes, 21 de febrero de 2017

VIKINGOS HÍBRIDOS (ANDALUCIA PRESS)


A estas alturas ¿quién no ha escuchado hablar del famoso rey vikingo Ragnar Lothbrok y sus azañas? Vivimos en una era donde el descubrimiento queda para otros, como decía nuestro querido Unamuno, y donde la ecología se mide en el número de kiwis de procedencia nacional que comas. Pero el bueno de Ragnar fue más allá, y cuando digo más allá no me refiero a la aplicación del kiwi contra el estreñimiento, si no al atrevimiento de adentrarse en lo desconocido con la esperanza de alcanzar lo que Odín tenía reservado solo para los valientes. Bueno, eso eran otros tiempos: unos, en los que la navegación dependía únicamente del viento y de la pericia de los navegantes para no precipitarse al abismo desde el borde de una Tierra plana. Sin embargo, Ragnar y los suyos siempre se habían caracterizado por una conciencia ecológica: sus muertos se incineraban, sus enemigos se incineraban, sus enemigas….Pero, sus barcos eran híbridos cuando en el resto del mundo imperaba la comodidad de rezar para que los vientos fueran propicios, mientras el Rey Lodbrok y los suyos decidían su propio destino remando cuando las velas no se inflaban en la dirección deseada. Los siglos pasaron para que los vikingos se transformasen en una referencia de sociedad del bien estar a nivel mundial. Atrás habían quedado los tiempos en los que solo conjugaban un verbo: matar. Yo mato, tú mueres, nosotros matamos, ellos mueren…Así, hasta que comenzaron a matar el tiempo con plataformas de petróleo en el Mar del Norte, invadiendo nuevamente lugares remotos, para saquearlos con el precio de un crudo que configuraría la tan envidiada Noruega. Aunque, ya se sabe: a un vikingo no hay quien lo encadene a una mesa de parchís en las largas noches de invierno; por su sangre sigue corriendo la necesidad de la acción híbrida. Por eso mismo ahora han decidido que la polución, el cáncer, los días nublados cuando no hay nubes en el cielo, las matrículas pares o impares, están muy bien para los que compran su querido petróleo, pero no para ellos. Ahora, los descendientes de Ragnar quieren drakares híbridos; coches que no contaminen, ciudades abastecidas por el poder de Odín, Thor y todos sus colegas del Valhala que, de buen rollo, moverán generosamente molinos de viento, turbinas bajo el mar , y dios sabe que más. Perdón: Odín sabe que más.


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